SAPAL 1

Devastando El Nido, Santos cree en sus propios milagros ante los Diablos Rojos en la Final del Clausura 2018.

¿América? Se conjuga bajo el verbo fracasar. Perdió todo a lo que tuvo acceso. Sus corifeos agregaron himnos de victoria precipitadamente.

Este domingo, había una alianza para resucitarlo. Pero el América renunció a ella. El árbitro Pérez Durán no defraudó: por torpeza o dolo, regala un penalti que sentencia Cecilio.

Y a lo largo del juego, tres balones torcieron la brújula. En lugar de enredarse en el velo luctuoso de Marchesín, se estrellaron en la portería.

Todos querían salvar al América, menos el América mismo. Y Santos no perdonó. Acaso más decepcionó que la feligresía del Ódiame Más no fuera capaz de abarrotar el Estadio Azteca.

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Con un Gallito Vázquez monumental, Santos reaccionó a los titubeos que lo colocaron bocabajo 2-0 en 23 minutos, y no sólo contuvo al rival, sino que se adueñó del balón, ungiendo además a Marchesín como el penitente de sus errores en el Juego de Ida.

Hasta en un desplante piadoso, Robert Dante Siboldi reposó a Djaniny. Y cuando se sacudió el estupor del 2-0 (4-3 en el global) reacomodó las fichas, ordenó a Lozano y a Jonathan Rodríguez a alargar los recorridos, mientras que Javier Cortés mostró lo que había quedado en deuda con Pumas.

Al América le faltó el gran líder. En la cancha… y en la banca. El gol de Jonathan a los ’41 envió no a un América ambicioso al medio tiempo, sino un cortejo fúnebre. El América estaba muerto por dentro y no lo sabía.

Y en esos medios tiempos, donde suele aparecer el tipo vehemente, con voz de mando, como Miguel Herrera, debió estar afónico: Mateus Uribe y Jeremy Menéz deben ser boletinados al 911, y Henry Martín es futbolista de un solo juego: ante Lobos y sólo si expulsan al Maza Rodríguez.

Siboldi no sólo tenía tomadas las riendas del juego, también jugaba con las fichas blancas en el ajedrez. Siempre tenía al borde del Jaque Mate a Miguel Herrera.

Con la llama del 2-1 feneciendo, pero con el América insistiendo a pura transpiración y cero inspiración, como lo ha sido recientemente, llega Isijara a sofocar cualquier intento de rebelión, más allá de que su ingreso y el De Buen, aumentaron el desconcierto americanista.

El mayor lamento de Miguel Herrera fue guardar a Diego Láinez hasta el minuto 75. «El Niño», como erróneamente lo llama El Piojo, entró con 75 minutos de retraso.

¿Y ahora América? A comprar sin urgencias y sin precipitaciones. Y a no comprar por catálogo. La incorporación casi cerrada del Gallito Vázquez, le dará el jugador que no pudo ser Guido Rodríguez en la Liguilla.

Pero necesita un goleador. Oribe Peralta perdió la magia con esa camiseta, e irónicamente, insisto, ante la camiseta que justamente lo hizo hombre como goleador: la de Santos.

¿Habrá reducido este penoso descalabro las posibilidades de Miguel Herrera de hacerse cargo del Tri al arrancar el 2019? Tiene seis meses para enderezarlo.

Y si no, sigue la propuesta más fantasiosa que fantástica, del Grupo Pachuca, de ir por Vicente del Bosque… para terminar con Matías Almeyda.

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